miércoles, 7 de septiembre de 2016

Seguridad Ciudadana Digital

Cada vez que hablamos sobre el incremento de la inseguridad en nuestro país, nos estamos refiriendo, en mayor medida, al aumento de acciones delictivas tales como el robo al paso, el arranchón, el carterismo, el cogoteo, el bujiazo, es decir, a delitos patrimoniales, que suelen ejecutarse en la vía pública, y que sumados a delitos de mayor proporción e impacto tales como violaciones, secuestros, extorsiones, sicariato, homicidio, generan un clima de incertidumbre, temor y sobresalto en la población, lo que termina por convertir a nuestras calles en espacios inseguros, en los que convive la violencia, donde el peligro acecha y en los que somos completamente vulnerables.
Por ello, cuando los especialistas, civiles, policiales o militares, exponen sus propuestas para enfrentar dicha situación, parten de un enfoque en el que el “peligro”, la “inseguridad” y la “violencia” se desarrollan, casi en su totalidad, en espacios abiertos y públicos, pensando que los ciudadanos están más seguros de la puerta de sus hogares hacia dentro, pero que saliendo se vuelven blancos de los crecientes índices de inseguridad.
Sin embargo, este enfoque conservador contiene un error que lo hace incompleto, ya que deja de lado el peligro, la inseguridad y la violencia que se desarrolla en el ámbito familiar, y más aún, en el ámbito digital.
En la actualidad, la sociedad ha visto nacer ante sus ojos un mundo paralelo al mundo real, el mundo digital. Estos mundos interactúan de forma permanente y terminan por amalgamarse, lo que dificulta poderlos separar.
Hoy millones de ciudadanos no sólo tienen un DNI como documento de identidad, sino que además cuentan con perfiles públicos, cuentas de correos electrónicos, acceso a espacios virtuales de almacenamiento, etc. Cada uno de estos espacios virtuales contiene información personal de cada usuario, rasgos únicos de comportamiento, características psicológicas y emocionales de cada uno de ellos, datos de cuentas bancarias, imágenes y vídeos privados, etc. Pero, similar a lo que sucede en el mundo real, el mundo digital también ve incrementarse las situaciones de riesgo, peligro y violencia.
Sin salir de casa, un ciudadano puede ser víctima de hurto, robo, estafa, extorsión, acoso, abuso sexual, violencia, robo de datos personales, suplantación, secuestro de documentos, difamación, violación a su intimidad, sicariato digital, etc. El problema es que todos y cada uno de estos peligros no son tomados en cuenta por los enfoques conservadores, sea porque los desconocen de plano, o por temor a abordar temas sobre los que no se sienten seguros de discutir, ya que implica por lo menos un conocimiento básico de los conceptos, y también el manejo de tecnologías de información y comunicación, cosa que para muchos “especialistas” es tanto como si les estuvieras hablando en chino.
¿Cuántos ciudadanos no han visto aparecer publicaciones, notas o comentarios con su nombre, señalándose como suyos a pesar de nunca haber sido publicados por él? ¿ Cuántos no han perdido el acceso a alguna de sus cuentas, sea en redes sociales o correo electrónico, porque alguien se apoderó de su clave? ¿Cuántos no se han encontrado con un perfil o página que dice ser suyo pero que sólo representa un espacio falso dirigido a difamarlo? ¿Cuántos no han visto desaparecer, en un segundo, sus ahorros de toda una vida por robos virtuales a sus cuentas, pérdidas que al final muchos bancos no querrán asumir? ¿Cuántos no se han sentido acosados, insultados, expuestos al abuso y la violencia digital; o ser víctimas de violación a su intimidad al ver propalados imágenes o vídeos personales o íntimos, los que son expuestos al mundo entero? ¿Cuántas empresas no sufren hoy el secuestro de sus datos e información y terminan por ser extorsionados por delincuentes que, sólo previo pago, terminarán por desencriptar y liberar los documentos secuestrados, que son vitales para el devenir de la empresa? ¿Cuántos padres y madres no se enteran sino hasta que es muy tarde, que sus menores hijos e hijas son acosados sexualmente por extraños, son sexualizados con imágenes inadecuadas, y terminan por ver expuesta su intimidad, e incluso terminan por ser abusados o desaparecidos, para luego ser víctimas de explotación sexual? ¿Cuántos de nosotros no hemos recibido llamadas a media noche, supuestamente de algún familiar, que entre sollozos nos dice que ha caído preso o ha tenido un accidente, y que requiere urgente, de forma inmediata, que depositemos dinero a una cuenta?
Podríamos detallar y hacer una lista interminable de peligros que hoy nos acechan cotidianamente en el mundo digital, y que por desgracia, no son discutidos ni tomados en cuenta al momento de referirse a la inseguridad ciudadana, como si sólo lo que acontece en las calles fuera el único y real peligro.
Por ello, necesitamos poner en discusión, en el centro del debate político, la inseguridad ciudadana en el mundo digital, que no es más importante que lo que acontece en el mundo real, pero tampoco lo es menos, por lo que un enfoque que pueda discutir y plantear soluciones al respecto es imprescindible.


Dimitri N. Senmache Artola | Especialista en seguridad ciudadana digital | twitter: @senmache | Facebook: /dimitri.senmache | móvil 987-706-591